Y pensé: ¿Irme a vivir sola a los 17 años? ¿Pasar de un pueblo de miles de habitantes a una ciudad de millones? ¿Conseguir mi primer trabajo? ¿Graduarme de la universidad? ¿Empezar un noviazgo? ¿Casarme? ¿Pagar una hipoteca? ¿Renunciar a mi trabajo para irme a vivir a otro país? ¿Mudarme a otro país? ¿Vender nuestro departamento? ¿Formar un equipo de apoyo? ¿Cambiar de ciudad más de cinco veces? ¿Empezar de nuevo en otro país? ¿Volver a dejar todo y mudarme otra vez a otro -un tercer- país? ¿Quedar embarazada? ¿Parir? ¿Hacer homeschooling? ¿Hacer bungee jumping? ¿Hacer el Camino de Santiago? ¿Seguir casada después de 19 años?
Pues no. Ninguna de ellas ha sido lo más difícil que he hecho en mi vida. Sin duda lo más difícil que he hecho hasta ahora ha sido amamantar a mis bebés (y esa fue mi respuesta para el juego). Dar el pecho. A.dos.bebés.a.la.vez. A veces juntos y otras veces por separado. Al mismo tiempo, amamantar ha sido una de las experiencias más bellas y ricas de toda mi vida, la que me ha permitido dimensionar el amor más puro, la humanidad más brutal y la generosidad sin condiciones. Dicen que amamantar trae beneficios tanto para el bebé como para la madre. Y yo creo que quienes dicen esto hablan más que nada de los beneficios físicos (el sistema inmune de los niños y la prevención del cáncer de mama en la madre, por dar algunos ejemplos). Y todo esto esto es cierto, científicamente comprobado. Sin embargo quiero hablar de los beneficios que a mí me ha traído amamantar a mis bebés desde el aspecto emocional y espiritual: amamantar me hizo más consciente del aquí y ahora, me volvió más humana, más conectada conmigo misma y a la vez más espiritual, más conectada con mi Creador. Amamantar me brindó la posibilidad de tener un vínculo único con cada uno de mis niños, una fusión y conexión humana y celestial. Amamantar ha sido sin duda lo más bello y lo más generoso que he hecho por otro(s) ser(es) humano(s) en toda mi vida. Nutrir, sostener, mirar.. ¡Qué bendito privilegio ha sido dado a las hijas de Eva! La capacidad de gestar, dar vida, alimentar el cuerpo y el alma. En todo esto nos parecemos a Dios las mujeres, y reflejamos su imagen en el mundo.
Y tengo que decir -chicas que aún no han pasado por esto- : ES DIFICIL. Cuesta. A veces es doloroso. Y requiere tiempo. Tiempo que no puedes dedicar a nada más que estar sentada ahí con tu bebé (para las de personalidad inquieta o multitaskers, esto es realmente un sacrificio!). Dar el pecho es difícil. Es un acto precioso, pero no es fácil. ¡Pero es posible!
Soy consciente de que pude lograrlo porque lo deseaba con todas mis fuerzas; porque pedí ayuda(gracias a Gema, mi asesora divina!); Sporque tuve un esposo que me sostuvo desde el primer momento y protegió nuestro «nido» para que yo pudiera entregarme de lleno a este acto de amor. Soy consciente de que que pude conseguirlo porque hubo un círculo de mujeres que me acompañaron en las cosas más practicas y en lo emocional, entre ellas mi madre que estuvo ahí cuando tuve mi primer mastitis y mi cuñada que estuvo dispuesta a regalarnos dos meses de su tiempo para ser venir como «aupair». En resumen: es difícil. ¡Pero se puede! ¡Es posible!
No soy de dar consejos pero en este caso me permito decirte:
Si estás embarazada y deseas amamantar: busca ayuda, infórmate, asesórate.
Si estás llevando tu embarazo en pareja, habla con tu pareja para explicarle que vas a necesitar mucho apoyo y sostén emocional.
Si eres madre soltera, busca un círculo de mujeres, personas que te puedan sostener y acompañar sin juzgar (también vale para las que están en pareja!)
Si estás amamantando y te está costando ¡busca ayuda! Un grupo de apoyo a la lactancia, tu matrona, una madre experimentada, una asesora de lactancia, una doula, alguien que te pueda acompañar en este proceso…
Confía en ti misma y en tu bebé.
P.D: Aquí también podéis ver una página de scrapbooking que hice hace unos años (con la misma foto que encabeza este post) en relación a este tema y que participó en una muestra de arte organizado por Multilacta en el hospital de Alcalá de Henares. Incluye un párrafo de Laura Gutman que dice: «Los tiempos fusionales mamá-bebé son prolongados, lentos, curvos, sin horarios… Los tiempos fusionales son tiempos regidos por las necesidades y demandas del bebé, que no tienen explicación, que parecen no acabar nunca. Son tiempos interiores, cálidos, seguros, curvos, suaves, silenciados. Son tiempos de sombra, regidos por mundos sutiles, por las emociones, el contacto, los abrazos, la leche, los fluidos, el calor, el cuerpo a cuerpo.»
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Gracias por haberme permitido vivir ese gran momento el cual conservo en mi corazón!
Hermosos momentos vividos… únicos! Pensar que cuatro años después,yo lo estaba viviendo… Y si… doy fe que hasta en la situación más crítica se puede tener la conexión de amor más linda que pude tener.
Te amo cuñadita!
Los amo a los 4!