Creo que Heidi fue mi serie de dibujos animados preferida durante mi infancia. Lamentablemente, no supe que estaba basada en un libro hasta que fui mayor. Seguro me habría encantado perderme entre sus páginas, como me pasó ahora al leer en voz alta a mis niños.
Justo el día que empezábamos nuestras vacaciones, acabamos de leer este maravilloso libro. Nos íbamos de viaje y nos quedaban tan sólo unas páginas por leer. No quería llevarlo pues viajábamos en aerolíneas de bajo coste que controlan mucho el tamaño y peso del equipaje. Tampoco quería dejarlo hasta la vuelta, pues estábamos enganchados con la historia. Dejarla durante días, cuando veníamos leyendo sistemáticamente cada mañana, probablemente haría olvidar algunos detalles o nos habría costado volver a retomar el hilo de la trama. Así que llegando al aeropuerto, sentados en el coche, terminamos de leer las últimas páginas. Los niños lloraban porque se acababa el libro y yo lloraba mientras leía… Tanto nos llegó al corazón.
Tengo que decir que la serie de dibujos representa muy bien el espíritu y la esencia del libro SALVO que ha obviado todo el aspecto cristiano. Una lástima, pues realmente hay «perlas» preciosas en estos textos. Como por ejemplo, la parte en que la abuela de Clara enseña a Heidi a charlar con Dios, o cuando Heidi lee la historia del hijo pródigo a su abuelo, o cuando el Abuelo se reconcilia con Dios, después de escuchar la historia en boca de Heidi. Milagros más grandes que la restrauración de la salud física de Clara, que no ocurre en el libro y sí en la serie.
En fin, como es costumbre ya, os comparto algunos de los párrafos que me han impactado:
«Heidi se hallaba en medio de aquel esplendor, mientras lágrimas de alegría surcaban sus mejillas; juntó las manos, elevó la mirada y en voz alta dio las gracias a Dios por haber podido regresar a su país. Todo le parecía más hermoso aún que en su recuerdo y esta hermosura le pertenecía de nuevo. Y tan feliz y dichosa se sentía Heidi, que ya no encontraba palabras para dar gracias a Dios.» (p.195)
¿Verdad que a veces estamos tan agradecidos que nos faltan palabras? ¿Verdad que a veces una flor, un atardecer, el mar o la montaña nos dejan boquiabiertos y con ganas de dar las gracias a alguien?
Heidi, que no soltaba la mano del abuelo, saltaba y lanzaba gritos de júbilo como un alegre pájaro. De súbito se puso seria y dijo: – ¡Oh, si Dios hubiese hecho inmediatamente todo lo que le pedí, esto no sería ahora tan hermoso! (…) Pero Dios lo ha arreglado todo mucho mejor de lo que yo esperaba. (…) «¡Oh, cuánto agradezco a Dios que no cediera a mis ruegos y lamentos! Desde hoy no cesaré de orar (…) para dar las gracias a Dios. Y si no hace enseguida lo que le pida, pensaré: ‘Seguramente, como en Frankfurt, Dios ha decidido obrar de otro modo que resulte mejor para mí.'» (p.210)
¿Verdad que a veces nos enfadamos porque creemos que Dios no contesta nuestras oraciones, pero cuando miramos hacia atrás vemos que El estaba orquestando algo mucho más bello y mucho mejor para nosotros que lo que nosotros mismos pensábamos? ¿No es verdad que valoramos más lo que tenemos cuando nos cuesta conseguirlo? ¿o que vemos la vida aún más hermosa cuando hemos sufrido o esperado? ¿Y no es verdad que esto nos vuelve más agradecidos?
Esta es mi experiencia, y por eso me ha emocionado tanto el libro!
GRACIAS; GRACIAS, HEIDI!! GRACIAS, JOHANNA SPYRI!
No os comprato más porque sino os perdéis de leerlo vosotros mismos! ¡Os recomiendo la lectura!!