Esta primavera hemos leído el libro «Charlie y la fábrica de chocolate», de Roald Dahl, de 1975. Ha sido una de las pocas veces en las que nos hemos saltado la regla de leer el libro primero y luego ver la peli. Aunque en este caso tengo que decir que Tim Burton (otro GENIOOOOOO!!) logra reproducir tan fielmente el espíritu del libro que no me ha importado haber visto primero la peli. Y en estos días Roald Dahl vuelve a la gran pantalla con BFG, esta vez gracias a Steven Spielberg. ¿Alguien la ha visto? Esta vez sí quiero leer primero el libro! Y el musical de Charlie y la fábrica de Chocolate está en cartel en Londres y llegará a Broadway el próximo año ¡Un genio Roald! Un adelantado para su época y brillante escritor!! Nos ha encantado el libro! Me derrito viendo a mis niños mirándome leer en voz alta y haciendo todo tipo de expresiones en su rostro, según va avanzando la lectura. (para todo lo demás, mastercard jaja!!). Nos encantó la genial imaginación de Roald Dahl, la exquisitez en los relatos, la traducción es muy buena y las ilustraciones de Quentin Blake tienen un estilo inconfundible (Si no me equivoco ha ilustrado absolutamente todos sus libros…)
Y, como ya es tradición por aquí, quiero resaltar uno de los párrafos que más me ha hecho reflexionar. Se trata de un fragmento de la canción que los Oompa-Loompas cantan después de lo que le sucede a Mike Tevé: